Sentirse nipón en Madrid

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No nos referimos a un reportaje del tipo “Madrileños en el mundo”, ni queremos saber dónde compran o pasean los japoneses en sus periplos por la capital, sino más bien un “dónde comerían”…

España era un país de callos, merluza y guisos de patatas. La predilección por los sabores de la tierra cerraba las puertas a otros aromas, pero en pocos años, debido al cambio generacional y la curiosidad por conocer qué se cocía en los fogones del exterior, los nativos pusimos los ojos en otros continentes. Así que, desde que allá por los años 60, Madrid inaugurase su primer restaurante japonés su crecimiento ha alcanzado cotas insuperables.

Los madrileños se han lanzado al cuello de la cocina asiática y han experimentado el sabor del pescado crudo, cuando aquí lo más crudo que comíamos eran los boquerones en vinagre, los cortes milimétricos, el wasabi, los dim sum, el teriyaki y la salsa de soja. No han dudado en apuntarse a cursos donde aprender a enrollar nigiris y sorprender a sus amigos en las cenas o en comprarse cuchillos que parecen espadas samuráis y cuyo precio seguramente supera el sueldo de alguno de ellos.

Pero, no es tan extraño que a los madrileños nos haya calado tanto la cocina nipona, al fin y al cabo hay ciertos matices comunes: es sana, tiene cocciones simples y se come al estilo del tapeo castizo. El camino recorrido ha sido colosal, aún así, todavía queda mucho por descubrir.

Conocemos los mejores restaurantes japoneses de Madrid

Madrid puede presumir de contar con algunos de los japoneses mejores de país. Entre ellos, el restaurante Kabuki Wellington, en la calle Velázquez, 6,  que cuenta con una estrella Michelin. No podemos definir el Kabuki como un japonés puro y ortodoxo, aquí su chef Ricardo Sanz ha creado un nuevo concepto el “Japo-cañí”, es decir, una ruptura con la cocina más convencional y arraigada para atreverse a hacer un mix que aúna sashimis con sardinas y miel, ventresca de atún rojo con pan tumaca, o hace nigiris de huevo frito o hamburguesa. No hay que perderse las mezclas de cuchara como la del potaje de garbanzos con sashimi de calamar o atreverse con el marisco vivo. Ricardo no pone límites, lo que le ha llevado a conseguir el reconocimiento del público y la crítica. La cuenta será abultada, pero os aseguro que no encontraréis estos platos en ninguna parte.

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Kabuki Wellington

El Soy, en la calle Viriato 58, es un pequeño local con unas cinco o seis mesas decorado en tono sobrio donde predomina la madera y la filosofía kaiseki, una tradición milenaria donde la ceremonia del té es la protagonista y donde los rituales tienen tanta importancia como la propia cocina. Aquí todo se tiene en cuenta, desde la vajilla, los tiempos de espera entre platos, el servicio, la presentación, el ambiente o las flores de decoración. Todo debe ser armónico y acorde con la degustación. Por eso cenar en Soy es una auténtica experiencia sensorial que merece la pena probar. Entre sus platos encontramos algunos platos de autor salidos del afilado cuchillo de Pedro Espina, antes al frente del conocido restaurante Suntory, y que ha conseguido que para acceder a las mesas del Soy haya que reservar con bastante antelación.

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Soy

Muy cerca de Cuatro Caminos, en la calle Ponzano 99, al frente del 99 Sushi Bar se encuentra el chef David Arauz. Su maestría ante el plato ha izado a este local a ser uno de los más demandados de la cocina nipona, y a que ofrece unos precios más asequibles que el resto de sus congéneres de altura. Ahora ya cuenta con cuatro sedes repartidas por todo Madrid. Encontramos entre el menú un estupendo tartar de chicharro al jengibre y salsa ponzu, sashimis de erizo, o erizo envuelto en hoja desisho y tempurizados, una ventresca de atún con chips de loto y salsa picante que deja con ganas de más o un bacalao negro gratinado con miso rojo que es para deleitarse en cada bocado.

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99 Sushi Bar

 Eclipsado por su hermano mayor, el Kabuki Wellington, el Kabuki Sushi Bar, que se encuentra en la calle Presidente Carmona 2, es otro de los locales imprescindibles cuando se trata de adentrarse en el firmamento Michelin japonés. Bajo el mando del chef Mario Payán desde 2004, discípulo de Ricardo Sanz y quien ha conseguido en 2010 una lustrosa estrella Michelin, ha izado este local a uno situarse entre uno de los top ten madrileños con su ingenio. Platos como los adobos de comino, mojo vede, coco y trufa para el sashimi o el usuzukuri de pa amb tomaca no nos dejarán indiferentes.

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Kabuki

En la zona de Serrano, el Fuku, en la calle Marqués de Villamejor 8, es una las direcciones imprescindibles si quieres presumir de ser cosmopolita y cool.  Con una decoración a la vanguardia nipona de suelos de madrea y toque minimalista fruto del trabajo de la interiorista Aurora Gómez, el Fuku destaca por las nuevas creaciones del itamae (chef) Yoshie Osanay. Tartar de toro con caviar, tiradito de vieira o el sukiyaki de wagyu, innovaciones a la “española” y minuciosa elaboración que entra por los ojos.

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Fuku

 Curiosa resulta la cocina del Nikkei 225, en el Paseo de la Castellana, 15. Desde que abriera sus puertas en 2010 con Luis Arévalo como sushiman, tras dejar el 99 Sushi Bar, no ha tenido un día tranquilo.  Una decoración sobresaliente obra de Ignacio García de Vinuesa, que nada tiene que ver con los minimalismos convencionales, sino que más bien se acerca al estilo neoyorkino, y una apuesta por la cocina japo-peruana. Así en su carta encontramos niguiri de pez mantequilla con salsa anticucho y pesto de cilantro; ceviche de mero en crema de lulo; Wok Roll, el famoso lomo saltado con cebolla roja y tomate fritos en harumaki bañada con aderezo especial de soja y aji amarillo, o el tartar de salmón con chimichurri de Huacatay y crujiente de patatas.

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Nikkei 225

En la Plaza de las Cortes 3, se ubica uno de los restaurantes japoneses más clásicos de Madrid, el Ginza. No es extraño encontrar japoneses vestidos de traje sentados ante su kaiten, o cinta transportadora, donde se pasean los platos ante el comensal. En su parte alta cuenta con unas cuantas mesas para poder degustar tranquilo una cocina clásica sin esnobismos ni sorpresas pero excelente. Perfecto para degustar algunas rarezas procedentes del país que no encontraremos en otros japoneses como berenjena asada con crema de miso o roast beef con salsa de Ponzu.

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Ginza

 Naomi, ubicado en la calle Ávila 14, es un local discreto decorado al más estilo nipón clásico con una barra donde se puede probar su excelente sushi y unos curiosos tatamis para comer sentado en el suelo, algo que escasea en la capital. El recetario es básico pero muy acertado y fiel. Podemos pedir udon de la casa, sashimi de erizo de mar o sushi de hueva de salmón. Lo mejor un precio asequible al bolsillo medio.

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Naomi

 Donzoco, en la calle Echegaray 3, cerca de la Puerta del Sol, es uno de los que cuenta con más solera de la capital. Su decoración es simple e incluso puede recordarnos a un típico chino, sin embargo, en su cocina se prepara cocina nipona al 100% con excelente calidad y preparaciones a la altura de muchos otros restaurantes de prestigio pero a precios económicos (dentro de lo que supone un restaurante japonés). Ojo al postre de helado de judías, todo un descubrimiento.

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