Hasta que no tuve hijos no supe que el Ratón Pérez estaba empadronado en Madrid, es decir, que en vez de ratón era gato, y además con más de tres generaciones gatunas a sus espaldas, ¡mucho más que la mayoría de los que nos denominamos “madrileños”!
Visitamos la casa-museo del Ratón Pérez, y a su familia, en el centro de Madrid.
Visitando la casa-museo del Ratón Pérez
Si lo hubiera sabido de pequeña, la figura del Ratón Pérez no hubiera sido tan etérea como lo fue para mí.
Aquello de que un ratón me dejara un regalo a cambio de un mísero diente molaba, pero lo cierto es que mi Ratón Pérez no era muy espléndido (me imagino que porque mis muelas siempre fueron un poco pequeñas y débiles y no debían servirle de mucho… para lo que fuera que hiciese el ratón con ellas) y, eso que yo pensaba que era parte de mi familia porque nos apellidábamos igual (al igual que dos tercios del país… ¡todos éramos primos!)
El caso es que hace unos cuantos años me enteré que el Ratón Pérez no era un ratón mágico que vivía en la calle o en un agujero, como el resto de los ratones mortales de la Tierra, sino que el Ratón Pérez era todo un Señor Ratón adinerado que poseía un domicilio que ya quisieran muchos para sí, y un vestuario más cool que el mismísimo Josie.
Así que este fin de semana, en vista de que mi hija Alba se le movían dos dientes, y antes de que pueda arrancárselos de cuajo al pensar en el regalo que le van a dejar bajo la almohada, decidimos ir de visita a la Casita-Museo del Ratón Pérez a crear un poco de ilusión.
La casa del Ratón Pérez
Ubicada en la calle del Arenal, 8, esta Casa-Museo es una pequeña recreación de todo aquello que rodea la historia del Ratón Pérez.
Me habían contado que la casa era muy chula, pero para ser sincera a mí me decepcionó un poco, no porque la casa no contuviera todo lujo de detalles (para mí en exceso), sino porque no supieron transmitir ninguna magia durante la visita y no nos enteramos mucho ninguno.
Me imagino que la culpable fue la chica que nos hizo los 15 minutos de visita, que además de cansada estaba ronca, pero lo cierto es que, más que contarnos algo mágico, debía pertenecer a la Gestapo porque nos hizo todo un duro interrogatorio… “¡¡Dime el nombre del ratón!!, ¿qué no lo sabes…?, entonces ¿para qué has venido aquí?…(le faltó decir ¡¡CONFIESA, SÉ QUE HAS TENIDO TRATOS CON ÉL!!” Los niños no se atrevían ni a contestar a la multitud de preguntas que les hizo, pero lo cierto es que los mayores también estábamos acobardados.
La historia del Ratón Pérez
Pudimos deducir, por los folletos y por lo poco que nos contó, que resulta que el sujeto en cuestión (el Ratón Pérez) procede de un cuento que escribió un tal Luis Coloma para el Rey niño Alfonso XIII, con motivo de la caída de uno de sus dientes de leche, fundiendo un personaje tomado de la tradición popular, con otro que recrea al rey niño.
Eso sí, no nos contó el cuento, tampoco sabemos si el Ratón Pérez existía antes de dicho cuento y qué tiene que ver el personaje del rey niño “Buby” en el cuento.
Lo que sí pudimos ver y saber es que por lo visto el tal Pérez vive en el interior de una caja de galletas muy pequeña por fuera y muy grande por dentro. Allí pudimos ver algunos dientes ilustres… (no sabemos si son los de verdad o unos encontrados por ahí), algunos retratos de la familia Pérez (no la mía, sino la del Ratón) y algunos cuadros con firmas que no entendimos porqué estaban allí.
Tampoco comprendimos parte de la decoración de la sala, cuya intención creo que es la de aturdir al visitante para despistarle del tema en cuestión,… el verdadero cuento del Ratón Pérez.
La visita a la casa del Ratón Pérez
A mis hijas sí que les gustó pasar por la entrada de una caja de galletas tamaño niño, para llegar al despacho del Ratón Pérez, que resulta que era calcado al despacho de mi abuelo Eliseo, aunque todo un poco más pequeño (aunque tampoco les impresionó demasiado).
Allí había un audiovisual que no daba tiempo a ver, ni explicaban, para luego pasar a otra sala donde había un maqueta a escala de la casa del Ratón. Eso fue lo mejor, la verdad es que la maqueta era muy bonita, a las niñas les encantó pensar que el ratón vivía allí de verdad y estuvieron buscándolo por todos los rincones del cuarto. Salvo eso, la visita, en cuanto a levantar ilusiones, fue todo un fracaso.
No desaconsejo su visita, es entretenida, aunque esperemos que os toque otra guía con un poco más de ánimo e ilusión.
Lo que debes tener en cuenta si vas a la casa del Ratón Pérez
No se hacen reservas por internet ni teléfono, solo se puede sacar las entradas en taquilla, y normalmente está llenísimo. Seguramente os darán entradas para dentro de una hora o dos, o incluso para el día siguiente, así que procurar ir pronto.
La entrada cuesta 3 €, niños y adultos, y la visita son unos 15 minutos… o 10 minutos si la guía se quiere ir a comer pronto.
CONCLUSIÓN: Tendré que investigar la verdadera historia del Ratón Pérez y escribir un post donde os la cuente si queréis enteraros de algo.
http://www.casamuseoratonperez.es/
quiero verlooooooooo